La autenticidad se volvió escasa, la unicidad se disolvió en grupos, la identidad propia se escondió.
Los nombres sirven de muy poco cuando no tienen algo que los respalde. Los rostros no distinguen nada cuando encajan en cualquier cuerpo. La capacidad para hablar se hace inútil cuando carece de originalidad.
Cuando por las mañanas , no decides qué ropa ponerte, sino cuál máscara le va mejor al grupo al que quieres encajar. Cuidado y el rostro se te llena de polvo por dejar de lucirlo.
Cuando el aparentar dejó de ser un verbo para ser el sujeto mismo <<La ropa cara no te quita lo barato, ni los seguidores lo pedante, ni los likes lo ignorante.>> (Daniel Habif)
En un mundo donde la persona funciona como un títere colgando de los hilos de presión y aprobación social, la escasez de ser auténtico no le suma valor sino que le otorga un aspecto paranormal y de rareza. Cuando el individuo pasa a ser de lo colectivo.
Se necesitan y urgen individuos que se atrevan a que las etiquetas se les resbalen, que los moldes les queden chicos y a no encajar en ninguna categoría.
En definitiva y en retrospectiva "me urge ser auténtico".