No soy mejor que nadie. Hay personas mucho más inteligentes y talentosas que yo. Hay quienes llegarán en 2 pasos a donde a mí me va a tomar 2 kilómetros. Pero si comienzo a moverme antes que los demás, si comienzo a aprender todo lo que no sé, a hacer todo lo que otros no están dispuestos a hacer; para cuando los demás decidan comenzar, la línea de salida tendrá una ligera ventaja a mi favor. Lo único que me diferencia, es que yo no pienso parar de moverme.
Adrián Contreras
“Never Stop Moving”. No es un concepto propio, pero desde que lo escuche ha sido uno de los principios que rigen mi vida profesional. Nunca parar de moverse es algo fundamental, ya no solo en la vida, pero este concepto cobra vital importancia cuando estamos en una de las etapas más importantes de nuestra vida… Los 20s.
Siempre he creído que de tus 18 a tus 30 años, es una de las etapas donde ocurren la mayoría de las decisiones importantes. ¿Qué voy a estudiar? ¿A qué me voy a dedicar? ¿Con quién voy a estar? Pero más allá de eso, creo que gran parte de la significancia de estos años está en una etapa que tomamos muy a la ligera, la universidad. No voy a entrar en el dilema de si la universidad debe ser una etapa para solo estudiar o solo ir de fiesta. Más allá de la dicotomía de estudiar o parrandear, me quiero enfocar en el concepto del principio, el no parar de moverse.
En lo personal, me gusta ver la universidad como una plataforma crucial para mi desarrollo, ya no solo como estudiante sino como profesional. Solemos ver la universidad como un lugar dónde únicamente vamos y nos sentamos a recibir clases. Pero creo que si solo estás haciendo eso durante los 4 o 5 años que dura tu carrera, entonces estás perdiendo el tiempo y desperdiciándote.
La universidad no es solo un espacio para cátedras y catedráticos, es un espacio lleno de oportunidades que nadie (y absolutamente nadie) está aprovechando. La universidad está llena de oportunidades de aprendizaje dentro y fuera del aula, oportunidades de networking con maestros y mentores, oportunidades para emprender proyectos que te saquen de tu zona de confort. En efecto, es un espacio lleno de pepitas de oro, pero el gold rush es inexistente. Y aunque triste, pues lo ideal sería que todos tuvieran el hambre de aprender de todas estas oportunidades; la realidad es que el éxito está disponible para aquellos que están dispuestos a devorarse el banquete.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de vivir distintas de estas experiencias. Eventos, competencias, conferencias, proyectos; y cada vez me queda más claro la importancia de no parar de moverse, de siempre estar buscando qué aprendizaje puedo robarme o que puedo hacer para continuar desarrollándome. Creo firmemente que es un error el enfocarse solo en estudiar durante la etapa universitaria. No me malentiendas, sacar bien las clases y mantener un promedio es importante – reflejar que el desembolso vale la pena –; pero enfocarse únicamente en ser el “A student” es un completo error. Al final te gradúas y el título de “A student” pasa a ser irrelevante. Pero el ser distinguido como el inquieto que siempre busca como aprender, como mejorar, como llevar a cabo sus ideas; es algo que queda para toda la vida – y ojo, lo contrario también es inolvidable –.
Este es el momento oportuno para comerse al mundo. Los 20s son los años dónde tenemos lo necesario para lograrlo. La energía, el tiempo, la dureza mental para exigirnos día con día. No pretendo decir que aprovechar estas oportunidades son un camino de rosas. Requiere doble esfuerzo, dedicación, grit; implica estrés, cansancio, presión, agotamiento… Pero vale completamente la pena.
La universidad es importante, te da las herramientas y los conceptos, y con esto vas llenando una mochila que podrás abrir ante cualquier problema. La cuestión aquí es que la mochila no quede intacta. Las herramientas están para usarse, los conceptos para aplicarse, las teorías para comprobarse o replantearse. Velo de esta forma: la educación universitaria es “1” y conforme vas poniéndote, probando cosas, emprendiendo proyectos, participando en competencias, haciendo nuevos contactos; vas añadiendo “0”s. Enfócate solo en estudiar y valdrás “1”; no estudies y solo tendrás una pila infinita de “0”s. Al final, la persona que logre combinar lo mejor de ambos mundos, aplicar la teoría en la práctica, trasladar la pizarra a la calle, plasmar las notas en resultados; será alguien cuyo valor profesional ascienda a “1,000,000,000,000,000…”
Esto no es un mensaje motivacional, es un mensaje de lógica. Llega más lejos el que más se mueve. La idea no es criticar a quien solo estudia o a quien solo parrandea. La intención es darnos cuenta que las pepitas de oro están ahí afuera, y nadie las recolecta; pero quien logre coleccionar todo eso y explotarlo, tendrá una ventaja sobre los que solo vieron la nota mas no el aprendizaje detrás.